Esto es un... ¿comienzo? [Priv Aleksei]

Abrió la puerta de la habitación sin prisa alguna, se le notaba desganado, lo cual se podría decir que era normal si se tenía en cuenta que él nunca quiso entrar en aquel colegio para naciones, es más, ni siquiera quería salir de casa. Él siempre prefería tener su espacio, y le habían dicho que allí tendría que compartir cuarto con alguien... ¡seguro que con un extraño!

Se mordió nerviosamente el labio, no quería ni pensar en lo que le diría su compañero de habitación al ver su "orden", pues en verdad lo que él consideraba ordenado para los demás era un completo caos, o eso decían.

Entró en la habitación y dejó su única maleta sobre la cama que más se le antojó cómoda a primera vista, parecía que su compañero todavía no había llegado, mejor para él, así podría disfrutar de lo que le quedaba de soledad un rato más.

Se sentó en la cama, haciéndose un ovillo sobre sí mismo y sacando un cubo de rubik del bolsillo, era el momento de poner a trabajar su mente, mientras el fantasma de su creador (Yuri, el fundador de Moscú), le vigilaba con... ¿cara de circunstancias? Bueno, no importaba demasiado por el momento, seguro que ese rostro que le dedicaba solo era su imaginación.

Estaba concentrado, y mucho, pero nada evitó que levantara la cabeza para dirigir su mirada a la puerta al oír como el picaporte se giraba.

Vio como unos cabellos rubios asomaban por la puerta, dejando el cubo a un lado para ponerse en posición normal tal y como le habían enseñado, solo por no parecer muy paranoico ante un completo desconocido, aunque se relajó un tanto al reconocer a la persona que había al otro lado de la puerta. Se podría decir que esbozó una sonrisa, o al menos un intento de ella, la intención es lo que cuenta, al fin y al cabo.

-Privet, Aleksei -dijo con mucha suavidad el moscovita, incorporándose para acercarse la puerta y abrirla por completo, dejando que su primo viera la espaciosa habitación que les había tocado- Me alegra... que tú vayas a ser mi compañero de habitación -añadió, ahora sí sonriendo, de forma torcida y nada natural.

Se separó de la puerta, dando la espalda a su primero para acercarse a la ventana, mirando de reojo al espíritu de su creador, que se encogió de hombros y desapareció traspasando una pared; alzó una ceja, ¿acaso quería dejarle privacidad con su primo? Oh bueno, tampoco tenía mayor importancia.

Levantó una mano, llevándola a un mechón de cabello blanco para enredarlo en ella y comenzando a dar vueltas, haciéndose un rizo mientras cavilaba lo que acababa de suceder. Verdaderamente era una suerte que su compañero de habitación fuera un familiar, pues ellos estaban más o menos acostumbrados a como era él, por lo menos los que lo conocían en los tiempos de la URSS.

-Tu cama es esa -señaló la contraria a la que él había escogido.

Torció un poco el gesto cuando le dijo que ya lo sabía, aunque fuera muy obvio el hecho, tan solo lo dijo por cortesía. Acabó por encogerse de hombros, sentándose en su cama y dejando su maleta a un lado para tener mayor espacio, todavía no había sacado ni una sola de sus cosas, guardando la esperanza de poder volver pronto a casa.

Volvió a juguetear con el mismo mechón que anteriormente había rizado, silencioso por lo que decía su primo, no comprendía demasiado bien esos gestos de... necesidad que solía hacer la gente, y por ello prefería observarlos sin decir nada. Aunque por supuesto, con las preguntas se planteó seriamente las respuestas, igual que hacía siempre ante nuevos interrogantes.

-Pues... no sé, la verdad es que no suelo salir de mi cuarto... así que tampoco sé mucho de Iván o de el resto... -respondió sinceramente, agarrando su cubo tranquilo, no muy seguro de si eso era lo correcto a decir- Sabes que... no me gusta estar rodeado de gente... -susurró, bajando la mirada.

Toqueteó un poco el juguete, mordiéndose levemente el labio, no quería que la conversación siguiera por ese camino, pero sus habilidades sociales eran nulas y no estaba muy seguro de como cambiar de tema, por lo que, para evitar más preguntas, optó por repetir la interrogante pero hacia su primo.

-¿Cómo te fueron las cosas a ti?

Fijó su mirada en la libreta del mayor, tenía curiosidad por saber qué era, pero no iba a decirle nada, pues tampoco se sentía con el derecho para hacerlo. Se encogió brevemente de hombros y volvió a fijar su mirada en el pasatiempo, escuchando con atención las palabras de su primo al hablar aunque a simple vista no lo pareciese.

Cuando el otro soltó la exclamación, Nikolai contuvo como pudo una expresión de molestia, no le agradaba que la gente gritase, especialmente a él, pero no dijo nada, a la espera de que le dijera el por qué de sus acciones y pudiera juzgar si ese grito tenía sentido o no.

Observó sus movimientos con atención, mirando todo lo que movía en su ansia de búsqueda, la verdad es que su curiosidad solo crecía a medida que el otro no encontraba aquello. Sin embargo, cuando se acercó con la caja, Nikolai se quedó unos segundos en estático, analizando aquello que... parecía una caja para puzzles. Y ya con las palabras de Aleksei su rostro se iluminó con una gran sonrisa de oreja a oreja, tomando con cuidado la caja, como si fuera un gran tesoro.

-Muchas gracias, Alek -dijo en su tono de voz usual, aunque se notaba emocionado- Esta misma noche comenzaré a construirlo -añadió alegremente, cerrando los ojos unos instantes- Me ha encantado...~

Apenas notó que el otro se sentase a su lado, estaba demasiado absorto en el regalo que le había hecho como para darse cuenta. Cuando esto sucedía, era como si el mundo se parase para él y todo se frenara... como si acabase. Podría decirse que sonrió un poco a las caricias, le gustaba que le tocasen la cabeza, aunque no le agradase ese mismo gesto en el resto del cuerpo.

Levantó la mirada con el tono serio del otro, tenía la sensación de estar siendo regañado por algo que todavía no había hecho, porque, en efecto, podría quedarse hasta bien entrada la madrugada si el puzzle le daba la picada. Se abrazó a la caja, llevándose un dedo a los labios y mordiéndose la punta.

-De acuerdo... no me quedaré hasta muy tarde... -prometió, solo porque no lo tuviera demasiado en cuenta.

Miró como el otro se levantaba, esperando a que se fuera, aunque en su lugar, se puso a ordenar sus cosas. Se guardó un suspiro, eso iba a dar para rato, no tenía ninguna duda. Escuchó sus palabras, alzando una ceja. ¿Ser protegido? Bueno, no era algo que él verdaderamente necesitase, pero se lo iba a agradecer. Ese lado malo que tenía Aleksei le recordaba mucho al de la familia eslava, le gustaba.

-Muchas gracias, brat -dijo con suavidad, aunque Alek no fuese su hermano de verdad, Niko lo consideraba como tal- Estoy seguro de que lo que dices es cierto -añadió, riendo un poco- Estoy... en tus manos...

Escuchó sus palabras, no comprendía el por qué decía aquello con un tono bromista con el rostro serio, ese era, sin duda alguna, otro de los misterios que conllevaba el convivir y que no le agradaban demasiado, comenzaba a sentir curiosidad por saber la razón de su seriedad, pero sabía que no merecía la pena preguntar, seguro que la respuesta no era demasiado agradable para él.

Le miró levantarse, su primo parecía más inquieto de lo normal. Supuso que podía comprenderlo, él tampoco se encontraba demasiado a gusto por acabar de llegar, pero podría haber sido peor. Quitó su maleta de la cama, dejándola en el suelo para luego sacar sus cosas, mientras, miraba de reojo al otro, observándole y analizándolo, sin duda no estaba tranquilo.

Escuchó sus quejas, sonriendo quedamente, así que esa era su explicación a los nervios. Servía como cualquier otra, supuso.

Se tumbó en la cama, mirando al techo, se sentía extrañamente cansado, quizá la gente lo agotase más de lo previsto, tendría que replanteárselo para el tema de las clases y todo ese rollo. Sacudió la cabeza, no quería perderse con tanta sencillez.

-Quizá... unas pastillas o algo por el estilo -propuso, mirando a su primo desde la cama.