Instituto Kurohana [Confirmación Élite]

Aún así, la convivencia entre los humanos era difícil. A todos los nuevos «monstruos» nacidos en esta época, les era muy compleja la capacidad de ocultar su identidad. ¿Por qué? Controlar sus poderes, no mostrar signos extraños típicos de sus respectivas razas y adoptar una forma humana merecían un gran entrenamiento tanto físico como mental, cosa que no se podía en esta época al no haber lugar donde practicar.

Esa fue la principal razón de la fundación del Instituto para razas no-humanas. Kaden Hurleson, uno de los «monstruos» más viejos de la historia, uno de los pocos que lograron sobrevivir a la época del cambio. Esta persona había logrado controlar el arte de convivir con los humanos, y con la intención de transmitirles a los nuevos esa habilidad, construyó un Instituto que acogería a todas las razas, sin restricción alguna, donde podrían dejar de esconderse y a la vez, ir a clases como cualquier humano pero con clases algo… particulares. Control Físico-Mental, Combinación, Posiciones, etc, eran algunas de las clases fuera de las normales que daban los alumnos.

Luego de la creada de la institución, comenzó una nueva época donde las «monstruos» nuevamente podían vivir sin tener tantas preocupaciones por la humanidad. La única razón de aquel lugar era el aprender a vivir en paz con los humanos para volver a poblar el mundo, pero bajo una forma humana.

Claramente, la paz no podía mantenerse sola por el simple hecho de tener un pensamiento en contra de este. Se formó un grupo, conocidos como los guardianes, los cuales estaban encargados de mantener el orden, a pesar de tener una ideología bastante neutral.

Como siempre, existía un grupo de criaturas en desacuerdo con aquella idea. Unos que pensaban en simplemente recuperar su tierra, sin ninguna intención de un trato de paz con los humanos o abstener su propia naturaleza. No era una idea descabellada ni siquiera. Gracias a la fuerza que adquirían dentro del Instituto al poder deshacerse de sus principales debilidades, la posibilidad de poder tomar a la fuerza el mundo de nuevo no era algo inimaginable. Se mantuvieron en secreto, mejoraron sus fuerzas para finalmente… producir el acto que dio inicio a la llamada «división».

El director y fundador de la academia fue asesinado. Nadie nunca supo cual fue su homicida. Todo el alumnado y profesorado estaban en lío. No tenían a nadie que los dirigiera, al menos no nadie con las mismas sabidurías y creencias del fundador. El pánico entre las paredes del Instituto era notable, y poco a poco, se fue extendiendo el rumor de que el asesino estaba dentro de ese espacio, compartiendo el mismo aire que los demás. Así, se le empezó a echarle la culpa a los seres oscuros, malignos, hijos de la noche o impuros. Todos desconfiaban de ellos, solamente por ser «impuros», como fueron llamados.

Cosas raras empezaron a pasar. Los asesinatos eran cosa de todos los días. Las agrupaciones por razas eran comunes. Todos desconfiaban de todos, excepto de su propia raza o los que eran parecidos, parientes cercanos.

Ante todo el desorden, un nuevo director subió al puesto, un director que hasta el momento, nadie ha visto a la cara. Inmediatamente empezaron a dudar también del director, pero este ideó una táctica nueva que empleó para mantener la calma dentro: se crearon las divisiones. Estas divisiones se formaron en Alfa, Beta y Gamma. Los Alfa, eran aquellos de raza pura, seres conectados directa o indirectamente a lo celestial. Los Beta fue el nombre que adquirió el renovado grupo de lo que antes fueron los Guardianes, solo que con modificaciones para que se acoplara más al nuevo «régimen», siendo así la división más neutral al admitir cualquier tipo de seres. Y finalmente, los Gamma. Aquellos seres relacionados con la maldad, maldiciones y lo infernal. Eran los principales acusados del homicidio del anterior director, por lo cual, se convirtieron en el grupo marginado, temido.

La convivencia y tranquilidad volvieron al Instituto luego de un tiempo. La magnificencia que antes de la revolución por el primer asesinato volvió a surgir. Claramente, para poder hacer eso, se debió separar las clases por las Divisiones. En la mañana los Alfa, en la tarde los Beta, y en la noche los Gamma. Se prohibió la visita a los dormitorios de las diferentes torres de las Divisiones, manteniendo así sin ningún contacto entre los miembros de las diferentes divisiones, siendo solo los profesores los únicos capaces de conocer a todo el alumnado. Una marca fue puesta en cada uno de los alumnos para poder reconocerlos y evitar encuentros entre los miembros.

Finalmente, la paz volvió. O al menos así les hacían creer a los alumnos. Asesinatos seguían ocurriendo, elementos de combates se daban por desaparecidos y la desconfianza hacia su presencia bajo una máscara de tranquilidad. Todo era encubierto por el nuevo y misterioso director.

Asesinatos encubiertos, mentiras y sangre. ¿En quién se puede confiar, cuando nada es lo que realmente es y hasta tu persona más cercana te puede engañar? La verdad es relativa, al igual que la paz en el Instituto Kurohana.